La primera generación de computadoras aparece a
finales de la década de 1940. Eran de enormes dimensiones y muy costosas. El
poder computacional era muy pobre comparado con las computadoras de la
actualidad. La relación entre el hardware y el software era demasiado estrecha,
los programas se escribían de una manera bastante especializada (lenguaje de
máquina) y por lo tanto, el concepto de software como una parte “independiente”
del hardware se veía todavía muy lejano. Debido precisamente a esta relación
entre hardware-software, las personas que operaban las computadoras debían de
poseer cierto nivel de conocimientos sobre el funcionamiento de las mismas, así
como de los programas que necesitaban para hacerlas funcionar. En ese entonces
no existían los usuarios convencionales, todos eran usuarios especializados, en
su gran mayoría científicos o ingenieros.
Entre esos usuarios expertos, era muy común que se
diera el intercambio de programas así como el compartir mejoras hechas a los
mismos. A estas mejoras en el software se les conoce como hacks y a estos
primeros expertos o gurus de la programación se les empezó a llamar hackers.
Término que en la actualidad se ha ido desvirtuando, confundiéndolos con
delincuentes informáticos. En general a los hackers les interesa conocer el
funcionamiento detallado de los sistemas informáticos y de su seguridad,
manteniendo una actitud ética. Algunos traspasan esta línea y se convierten en
lo que la comunidad hacker ha denominado cracker.
En los inicios de la computación, 40s y 50s, no
existían las licencias de software. El software era libre y los programas se
intercambiaban como se hace con las recetas de cocina. Este espíritu perduró en
la comunidad de programadores durante años como algo natural, hasta que con el
tiempo las restricciones derivadas de licencias de uso, implementadas por
desarrolladores de software y las grandes compañías, plantearon la necesidad de
fijar una línea divisora entre el software libre y el software propietario.
Posteriormente, el software se empezó a ver más
como una gran colección de pequeños fragmentos de código, susceptible de ser
modificado y adaptado. Las computadoras de escritorio empezaban a volverse cada
vez más populares y accesibles a un número mayor de personas. Había también una
mayor cantidad de programadores probando cosas nuevas, escribiendo sus propias
aplicaciones e iniciando una gran variedad de proyectos. Sin embargo, había una
importante limitante, la gran mayoría del software que se utilizaban en ese
momento era propietario y venía protegido por licencias que regulaban su uso y
distribución.
Con el surgimiento del ARPANET (precursor del
Internet) a finales de la década de los 60s –la cual permitía la interconexión
entre redes de computadoras de las diversas universidades– empezó el
surgimiento de la primera comunidad global que se alzaba sobre los valores y
principios del software libre. Los grupos hasta entonces dispersos de hackers,
pudieron a través de la red, sumar esfuerzos, intercambiar conocimientos y
colaborar entre sí. Los proyectos involucraban cada vez más desarrolladores de
software, quienes estaban dispersos geográficamente alrededor del mundo y
utilizaban el correo electrónico como medio de comunicación para hacer llegar
sus aportaciones.
El Software libre a lo largo de estos años no ha
dejado de crecer y multiplicarse. Existen en la red de Internet miles de
desarrolladores de software dispuestos a contribuir para la causa de este
movimiento.
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